Quedarse tarde en la oficina o llevar trabajo a casa puede parecer un mal necesario en un mundo laboral cada vez más demandante. Sin embargo, la ciencia acaba de descubrir que el exceso de horas trabajadas no solo genera estrés y fatiga, sino que también podría estar alterando físicamente la estructura del cerebro. Un estudio reciente publicado en la revista Medicina Ocupacional y Ambiental encontró que las personas que trabajan 52 horas o más a la semana presentan cambios significativos en regiones cerebrales vinculadas a la memoria, la toma de decisiones y el control emocional.
La investigación, realizada con profesionales de la salud en Corea del Sur, utilizó imágenes por resonancia magnética para comparar los cerebros de quienes laboran jornadas extendidas con los de aquellos que cumplen horarios estándar. Los resultados mostraron un aumento del 19% en el volumen del giro frontal medio izquierdo —un área asociada con funciones ejecutivas— en el grupo con exceso de trabajo. Además, se detectaron alteraciones en otras 16 zonas, incluyendo la ínsula, responsable del procesamiento emocional y la autoconciencia.
Aunque tradicionalmente se ha asociado el crecimiento cerebral con efectos positivos, como los observados en músicos o atletas debido a la práctica intensiva, en este caso los científicos advierten que podría tratarse de una respuesta patológica al estrés crónico. «Estos cambios podrían reflejar una adaptación forzada del cerebro ante la sobrecarga laboral, similar a lo que ocurre en otros cuadros de agotamiento prolongado», explicaron los autores.
Un problema de salud pública ignorado
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que más de 800,000 personas mueren anualmente por enfermedades relacionadas con jornadas laborales excesivas, desde infartos hasta depresión. No obstante, los mecanismos neurológicos detrás de estos daños seguían siendo poco claros. Este estudio es uno de los primeros en demostrar que el exceso de trabajo no solo perjudica al organismo, sino que deja huellas concretas en el órgano más complejo del cuerpo humano.
Los hallazgos coinciden con investigaciones previas que vinculan el estrés laboral crónico con un mayor riesgo de deterioro cognitivo e incluso enfermedades neurodegenerativas. Sin embargo, los investigadores piden cautela: «Aún no sabemos si estos cambios son reversibles o si aumentan la probabilidad de desarrollar trastornos a largo plazo».
Políticas laborales urgentes
El estudio concluye con un llamado a gobiernos y empresas para que reconozcan el exceso de trabajo como un riesgo grave para la salud. «Limitar las horas extras y promover entornos laborales más equilibrados no es un lujo, sino una necesidad médica», enfatizan. Mientras tanto, los expertos recomiendan priorizar descansos adecuados, ejercicio físico y técnicas de manejo del estrés para contrarrestar los efectos de las jornadas prolongadas.