Mié. May 14th, 2025

En un avance tan fascinante como efímero, el Centro Europeo de Física de Partículas (CERN) anunció que ha registrado la transmutación de plomo en oro dentro del Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más potente del mundo. Aunque el oro generado sólo existe por una fracción de segundo, el experimento representa un logro histórico en la comprensión de las reacciones nucleares extremas.

La hazaña se logró gracias al experimento ALICE (A Large Ion Collider Experiment), uno de los más importantes del CERN, diseñado para estudiar colisiones de iones pesados. En este caso, se utilizaron núcleos de plomo que, al colisionar entre a velocidades cercanas a la de la luz, dieron lugar a un fenómeno de transmutación nuclear. Este proceso, según explicó el organismo científico, implica un “nuevo mecanismo” que difiere del bombardeo tradicional con neutrones o protones que en el pasado había producido átomos de oro en condiciones de laboratorio.

Durante las colisiones, los núcleos de oro emergen brevemente del caos atómico con una energía tan elevada que inmediatamente impactan contra las paredes del tubo del haz o en los colimadores del acelerador. Es en ese punto donde se fragmentan casi instantáneamente, dejando apenas un rastro detectable antes de descomponerse en protones, neutrones y otras partículas subatómicas.

Este tipo de reacción demuestra no solo que es posible crear oro de manera artificial bajo ciertas condiciones, sino también que los procesos de transmutación de elementos pesados —ya conocidos en la física nuclear del siglo XX por medio de la desintegración radiactiva— pueden ahora ser observados y cuantificados de forma precisa en entornos controlados. Aunque no representa una vía viable para la producción industrial de oro, el hallazgo tiene un enorme valor científico, pues ayuda a replicar condiciones similares a las del universo primitivo y refuerza los modelos de comportamiento de la materia en estados extremos.

El experimento ALICE sigue proporcionando datos esenciales para entender la física del plasma de quarks y gluones —el estado de la materia que se cree existió justo después del Big Bang—, y estos resultados abren una nueva ventana a la alquimia moderna, no para producir riquezas, sino para desentrañar los misterios más profundos de la materia.

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