Mié. May 14th, 2025

Un apagón masivo sorprendió recientemente a millones de personas en España, Portugal y el sur de Francia, dejando sin electricidad a amplias zonas durante varias horas. La causa, según investigaciones preliminares, fue una fuerte perturbación en las redes de alta tensión provocada por un fenómeno atmosférico poco común denominado vibración atmosférica inducida. Esta situación, originada por bruscas variaciones de temperatura en la península ibérica, generó inestabilidad eléctrica a gran escala.

Aunque no se descartan otras hipótesis, como un posible ataque cibernético, las autoridades energéticas europeas han centrado su atención en este evento natural como la causa más probable. Lo inusual del fenómeno encendió las alarmas, pero también destacó la solidez relativa de los sistemas eléctricos europeos, que lograron restablecer el servicio en poco tiempo.

En contraste, México vive una situación muy diferente. Los apagones en territorio nacional no son eventos extraordinarios, sino una constante cada vez más frecuente, especialmente en temporadas de calor extremo. Las causas son múltiples y de origen estructural.

Una de las principales es la alta dependencia del gas natural importado, que alimenta buena parte de las plantas generadoras. Problemas en el suministro, o la presencia de gas con alta humedad, han causado fallas en centrales clave, obligando a usar combustibles alternos más costosos y contaminantes. Esto deriva en cortes programados para evitar colapsos mayores.

Otro factor determinante es la falta de inversión sostenida en la infraestructura eléctrica nacional. Muchas redes de transmisión están sobrecargadas, obsoletas o mal mantenidas, lo que aumenta su vulnerabilidad ante cualquier eventualidad técnica o climática.

Además, el cambio climático ha intensificado los fenómenos extremos, como las olas de calor, que elevan drásticamente el consumo de energía eléctrica debido al uso masivo de aires acondicionados y sistemas de refrigeración. Sin capacidad de almacenamiento eléctrico significativo, el sistema mexicano depende de un equilibrio constante entre oferta y demanda, sin márgenes de error.

Por estas razones, los apagones en México son más prolongados, frecuentes y menos sorprendentes. En muchas regiones del país, la ciudadanía ha aprendido a vivir con la inestabilidad eléctrica como parte del día a día.

El contraste entre ambos escenarios evidencia las profundas diferencias en el manejo de los sistemas eléctricos. Mientras Europa reacciona con rapidez ante un hecho inusual y trabaja para evitar su repetición, México enfrenta una crisis silenciosa y persistente, reflejo de decisiones postergadas, dependencia externa y falta de planeación a largo plazo.

El apagón en Europa fue noticia internacional. En México, la oscuridad apenas ocupa titulares. Y esa normalización de la precariedad debería ser, en sí misma, una señal de alerta.

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