México se prepara para un hito democrático sin precedentes: la elección directa de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). En este contexto, tres mujeres destacan como líderes de un movimiento que busca renovar profundamente el rostro del Poder Judicial: Yasmín Esquivel, Lenia Batres y Marisela Morales. Cada una, desde su experiencia y visión, ofrece una oportunidad real de construir un sistema de justicia más abierto, eficiente e independiente.
Yasmín Esquivel Mossa, actual ministra, ha enarbolado la bandera de la «transformación judicial». Su trayectoria combina rigor académico con compromiso social, proponiendo democratizar el acceso a la justicia y erradicar la corrupción estructural. Su campaña, «Ministra de la Transformación», resuena en un México que demanda jueces más cercanos a las necesidades del pueblo, fortaleciendo la legitimidad de las instituciones judiciales.
Por su parte, Lenia Batres Guadarrama ha puesto el acento en la eficiencia y transparencia del sistema judicial. Su propuesta de reorganizar procuradurías y crear mecanismos de justicia social para combatir la pobreza refleja una mirada integral a las causas de la desigualdad. Con una gestión marcada por la austeridad y el uso eficiente de recursos públicos, Batres encarna la exigencia ciudadana de un Poder Judicial más responsable y ético.
Marisela Morales Ibáñez, con su sólida trayectoria en el combate a la delincuencia organizada, ofrece una visión de justicia centrada en la seguridad pública y la perspectiva de género. Su experiencia como exprocuradora general y su trabajo en la protección de víctimas posicionan su candidatura como una opción robusta para enfrentar los desafíos actuales del país en materia de justicia penal.
El espíritu de renovación no se limita a las propuestas individuales. Las tres candidatas comparten un compromiso profundo con la transparencia, la independencia judicial y el acceso universal a la justicia. En sus discursos y planes de trabajo, se percibe una coincidencia clara: México necesita una Suprema Corte que sea no sólo un tribunal de leyes, sino un pilar firme de la democracia.
Sin embargo, el reto es doble. Según una encuesta de El Financiero, apenas el 43% de los ciudadanos se declara informado sobre el proceso, y un preocupante 62% desconoce la fecha de la elección. Frente a este panorama, las campañas han redoblado esfuerzos para explicar, educar e involucrar a una ciudadanía que, en su diversidad, será la protagonista principal del cambio.
La respuesta ciudadana, aunque aún incipiente, refleja un interés creciente por el control democrático de las instituciones. Desde colectivos de abogados hasta grupos de mujeres organizadas, múltiples voces han surgido para impulsar debates públicos, foros informativos y campañas de concientización sobre la relevancia histórica de este proceso electoral.
Más allá de los porcentajes y las encuestas, lo que está en juego en estas elecciones es la posibilidad de consolidar un Poder Judicial al servicio del pueblo. Las candidaturas de Esquivel, Batres y Morales son, en esencia, una invitación a construir un país más justo, más transparente y más democrático. La jornada del 1 de junio de 2025 será recordada no sólo por quienes ganen los cargos, sino por lo que cada voto exprese: la voluntad de un México que no teme reformar sus cimientos para fortalecerse.
En un momento en que el mundo observa con preocupación los desafíos a la democracia, México ofrece un ejemplo vibrante de participación, pluralismo y transformación judicial. Ahora, como pocas veces en la historia, el futuro de la justicia está, literalmente, en manos de los ciudadanos.