El Día del Trabajo no es solo un feriado más en el calendario. En México, esta fecha tiene un profundo significado histórico y social: es un recordatorio de la lucha de quienes, con marchas, huelgas y sacrificios, abrieron paso a los derechos laborales que hoy conocemos. Desde las calles de Chicago hasta las plazas mexicanas, la lucha obrera ha dejado huella en la construcción del país.
De Chicago a México: cuando la chispa cruzó fronteras
Aunque el origen del Día Internacional de los Trabajadores se remonta a la huelga del 1° de mayo de 1886 en Chicago, Estados Unidos, su espíritu combativo llegó rápidamente a México, donde las condiciones laborales a finales del siglo XIX eran igual o más precarias: extensas jornadas, explotación infantil, salarios miserables y represión sindical eran el pan de cada día para miles de obreros en fábricas, minas y campos agrícolas.
La semilla de la protesta germinó especialmente en el Porfiriato, donde el desarrollo económico beneficiaba a unos pocos y empobrecía a muchos. Años antes de la Revolución Mexicana, movimientos como la huelga de Cananea (1906) y la de Río Blanco (1907) marcaron el inicio de una conciencia obrera que reclamaba dignidad y justicia.
El 1° de mayo en la Revolución Mexicana y la Constitución de 1917
La Revolución Mexicana (1910-1920) fue clave para consolidar las demandas del movimiento obrero. Como fruto de esa lucha, la Constitución de 1917 se convirtió en una de las más avanzadas de su tiempo al incluir, por primera vez, derechos laborales en su Artículo 123, como la jornada máxima de ocho horas, el salario mínimo, el derecho a huelga, a sindicalización y al descanso obligatorio.
Desde entonces, el 1° de mayo se institucionalizó en México como el Día del Trabajo, un día no solo para descansar, sino para salir a las calles, marchar, protestar y visibilizar las causas obreras.
Marchas, sindicatos y reclamos: el rostro actual del Día del Trabajo en México
Durante décadas, el 1° de mayo en México ha sido escenario de masivas movilizaciones obreras, muchas de ellas encabezadas por sindicatos tradicionales como la CTM o el STUNAM, pero también por organizaciones independientes que alzan la voz por mejoras salariales, condiciones dignas, respeto a los contratos colectivos, jubilaciones justas y equidad de género en el empleo.
En los últimos años, el Día del Trabajo también ha sido espacio para nuevas causas: los repartidores de apps que reclaman seguridad social, los trabajadores de la salud tras la pandemia, o los empleados de maquilas en el norte del país que luchan contra despidos injustificados.
El rostro del trabajador mexicano ha cambiado: ahora incluye a mujeres, jóvenes, migrantes, freelancers, trabajadores informales, personas con discapacidad, y muchos sectores que no siempre están protegidos por la ley.
¿Fiesta o protesta?
Aunque para muchos el 1° de mayo representa un merecido descanso, para otros sigue siendo un día de protesta. En cada pancarta, consigna y paso firme se recuerda que los derechos laborales no son herencia, sino conquistas sociales que deben defenderse constantemente.
En un país con más de 59 millones de personas en edad de trabajar, pero donde más del 55% lo hace en la informalidad, el espíritu de lucha del Día del Trabajo sigue más vigente que nunca.