La salud mental de los jóvenes capitalinos se ha convertido en una preocupación de primer orden. No se trata solo de evitar enfermedades, sino de garantizar el bienestar integral de una generación que enfrenta presiones constantes en su entorno educativo, familiar y social. En un contexto donde la ansiedad, la depresión y el estrés parecen haberse normalizado, es urgente mirar con seriedad esta problemática que impacta directamente en el desarrollo personal y colectivo.
Una juventud en alerta: cifras que preocupan
Los números hablan por sí solos: en la Ciudad de México, el 42% de los estudiantes universitarios presentan síntomas de ansiedad y otro 42% síntomas de depresión. Es decir, casi la mitad de esta población enfrenta desafíos emocionales importantes que, en muchos casos, pasan desapercibidos o no reciben atención adecuada.
La pandemia de COVID-19 actuó como catalizador de esta crisis silenciosa. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, desde 2019 los problemas de salud mental en adolescentes han aumentado un 14%. El confinamiento, la incertidumbre y la pérdida de vínculos sociales dejaron huellas profundas que todavía no terminan de sanar.
Atención gratuita, cercana y con enfoque juvenil
Afortunadamente, la Ciudad de México ha comenzado a responder. Espacios como el Centro de Salud Integral para las Juventudes “Caritina Piña Montalvo” brindan acompañamiento emocional gratuito a jóvenes de 12 a 29 años. Allí se ofrecen terapias individuales y grupales, así como asesorías nutricionales que complementan el bienestar emocional.
Asimismo, el programa Núcleos Urbanos de Bienestar Emocional (NUBE) se ha posicionado como una herramienta clave en la prevención y atención psicológica, brindando apoyo y estrategias para que los jóvenes enfrenten situaciones difíciles, promuevan su autocuidado y fortalezcan su salud emocional.
Familias y comunidades: aliados esenciales
La salud mental no se construye en soledad. Por ello, la participación activa de familias y comunidades es vital. Talleres, charlas y espacios reflexivos para padres y cuidadores permiten crear una red de apoyo sólida que ayuda a detectar señales de alerta, brindar contención emocional y prevenir conductas de riesgo.
El gran reto: acceso y continuidad
A pesar de estos esfuerzos, el acceso a la atención sigue siendo limitado. Solo el 14% de los jóvenes con algún trastorno mental en México recibe tratamiento. La falta de especialistas, centros accesibles y campañas de sensibilización sigue siendo una barrera para miles de adolescentes y jóvenes que sufren en silencio.
Un llamado urgente a la acción
La salud mental de las juventudes en la Ciudad de México debe ser una prioridad en las políticas públicas. Es momento de fortalecer la atención psicológica desde las escuelas, ampliar la cobertura de los programas existentes y, sobre todo, romper el estigma que aún persiste en torno al bienestar emocional.
Porque cuidar la mente es cuidar la vida.