La violencia tocó el corazón del gabinete capitalino esta semana, con el asesinato de dos funcionarios estrechamente vinculados a la jefa de Gobierno, Clara Brugada. La falta de seguridad personalizada en sus casos ha desatado una revisión urgente de los protocolos de protección en la administración capitalina.
Ximena Guzmán Cuevas, secretaria particular de Brugada, y José Muñoz, asesor político, fueron asesinados a sangre fría en distintos puntos de la Ciudad de México. Ella recibió ocho impactos de bala; él, cuatro. El ataque, según las primeras indagatorias, fue ejecutado con un alto nivel de planeación: hubo seguimiento previo a las víctimas, los agresores utilizaron guantes para evitar dejar rastros y, de acuerdo con fuentes cercanas a la investigación, el crimen fue perpetrado con una logística que recuerda a operaciones del crimen organizado.
Lo que más ha llamado la atención es que, pese a su cercanía con la mandataria, ninguno de los dos contaba con anillos de seguridad. Esta omisión ha encendido las alarmas en el gabinete capitalino. Clara Brugada confirmó que ya se están revisando los esquemas de protección de los funcionarios, y no descartó la posibilidad de reforzarlos en los casos necesarios. «Aquellos colaboradores que, por sus funciones, ya requieren de seguridad, cuentan con ella», señaló.
En contraste, la presidenta Claudia Sheinbaum fue tajante al negar que se contemple un incremento generalizado en la seguridad para funcionarios, incluida la suya, luego de los asesinatos.
La Fiscalía General de Justicia de la CDMX ya identificó a cuatro presuntos implicados en los crímenes y aseguró tres vehículos relacionados con el ataque. Además, se conformó un grupo especial de trabajo que opera 24/7 para esclarecer el caso. El homicidio de Ximena Guzmán se investiga bajo el protocolo de feminicidio, sin descartar ninguna línea de investigación, incluida la posible participación del crimen organizado.
Mientras la ciudad sigue conmocionada por la pérdida de dos jóvenes figuras del gobierno capitalino, el gabinete de Clara Brugada enfrenta un momento decisivo: proteger a quienes sirven a la ciudadanía o exponerse a que el crimen siga marcando la agenda.